domingo, 15 de febrero de 2015

La mar (II)

"Del agua somos y en sus abismos encontraremos nuestro reposo. Ella nos devorará y nos mantendrá en sus profundidades hasta el día señalado por el profeta: el Día de la Consumación en el fin de los tiempos."

Liber labōrum

Nuestra religión es antigua. Dice nuestro libro sagrado que somos descendientes de los hombres de la tierra. Relatan en él los hagiógrafos que en el principio de los tiempos había sobre ésta un árbol primigenio. El viento del sur sacudía sus ramas con regularidad y sus semillas cayeron al suelo. De ellas nació una raza de hombres terrestres y ambiciosos. Descontentos con su lugar de nacimiento cortaron el árbol para hacer una nave y se hicieron a la mar. El Gran Espíritu los maldijo por su ignorancia y los condenó a vagar trabajosamente por las anchas aguas de manera permanente, sin encontrar el camino a casa.

sábado, 14 de febrero de 2015

De argumentos y nacionalismos



Si algo tienen en común las respuestas de Fernando Alvarado y Rafael Correa es que ninguna de las dos pasa del primer o segundo peldaño de esta pirámide. Son réplicas ad hominem en las que se busca descalificar al interlocutor en lugar de rebatir sus ideas con argumentos. Dicho de manera sencilla: se ataca al mensajero, pero no se lo refuta.


La verdad me sorprendió que el "argumento" de F. Alvarado sea que él es "ecuatoriano hasta la médula". Me recordó lo que cuenta Jorge Enrique Adoum en su ensayo sobre ecuatorianidad Señas Particulares sobre un chiste que Bertrand Russell utilizaba para ilustrar lo que pensaba sobre los nacionalismos:


Por mi parte nunca he entendido cómo un hecho totalmente arbitrario que no va mas allá de la anécdota como es nacer en un país o en otro puede ser motivo de orgullo, que siempre entendí como la satisfacción por el resultado de una acción que realiza uno mismo, no otro, no el azar. Siempre con esfuerzo. Así que no creo en los nacionalismos porque no los entiendo. Para mi es un sinónimo de chauvinismo. Pero para facilitar el análisis supongamos que está bien estar orgulloso del país de uno. ¿De qué cosa exactamente se está orgulloso? ¿De un accidente geográfico? ¿Del clima? ¿De la casualidad de haber nacido en Ecuador y no en Botswana o Noruega? Tendría mas mérito estar orgulloso de hechos culturales. Son de alguna manera un logro colectivo: un plato típico, un ritmo de danza, etc.
De todos modos el orgullo siempre me ha parecido sospechoso. Si nos detenemos a pensarlo, no nos aporta nada. No pasa de ser una suerte de masaje para el ego, una simple autosatisfacción. Es decir que uno se siente orgulloso porque le gusta. Lo cual está perfecto si se trata de elegir el sabor de un helado, pero el orgullo es más ambicioso que eso. Y por lo mismo "debería estar hecho de una sustancia más dura".